La historia de los últimos 300 años de Colombia está ligada al café. Se convirtió en insignia nacional y hoy se reconoce como el mejor café suave del mundo.
La expansión de su cultivo y de su consumo es una de las
historias más atrayentes. “Es la segunda bebida más consumida en el mundo después
del agua”. Originario, se afirma, de
la provincia de Kaffa, Etiopía, en el África Oriental, hay indicios que fueron
los árabes, comenzando el siglo XIV, quienes lo llevaron a su península y ellos
mismos, en su vocación comercial, los
encargados de su expansión inicial al
Asia Menor y al norte de África.
Al Caribe y América Latina fue traído por los holandeses,
igualmente exploradores. En Colombia se extendió gracias a los jesuitas en el siglo XVIII, y según la Federación
Nacional de Cafeteros, en 1835 se exportaban los primeros sacos.
“Cuenta la leyenda que el aumento de producción de café
en Colombia fue gracias al sacerdote jesuita Francisco Romero en un pueblo de Norte de Santander llamado Salazar
de las Palmas. Cuando sus fieles se confesaban, el sacerdote les imponía como
penitencia para redimir sus culpas, sembrar café. Gracias a esto se dice que la
producción de café empezó a expandirse a otros departamentos y para 1850 había
llegado a Cundinamarca, Antioquia y Caldas.” “Al finalizar el siglo XIX, ya era
el principal producto de exportación por el que Colombia recibía divisas.”
Por la caída de los precios internacionales y en
particular por la crisis generada en las haciendas por la “Guerra de los Mil
Días”, (1899-1902), sobre todo en los santanderes y en buena parte en
Cundinamarca y Antioquia, el auge del café que se había iniciado en el norte
oriente del país, pasó al occidente en la transición del siglo XIX al XX. Allí
la labor fue tomada por pequeños productores que adaptaron el cultivo a las
tierras de ladera y montaña, típicas de la hoy llamada zona cafetera.
Razones en especial de origen natural han favorecido los
momentos de auge cafetero en Colombia.
El incremento de la producción a mediados del siglo XIX, por ejemplo,
también se debió a la aparición de la “roya del cafeto” en Sri Lanka, por ese
entonces uno de los mayores productores. En el siglo XX, en la década de los
70´ las heladas en el Brasil que afectaron sus cultivos, favorecieron el
incremento en el precio del café colombiano y se popularizó en el país el
término de “bonanza cafetera”.
La Federación Nacional de Cafeteros de Colombia
Con el fin de velar por los intereses comunes y de
promoción internacional, desde 1927 se estableció la entidad que agremia a los
caficultores, la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia. Fue así como en
1959 surge la figura emblemática de “Juan Valdez” y se abre una oficina en
Tokio, Japón, hoy el segundo consumidor. En 1984 crea el sello distintivo (logo)
de “Café de Colombia”.
Recordando el 27 de junio de 1927, fecha fundacional de la
Federación Nacional de Cafeteros, este se instituyó en Colombia como el
“Día Nacional del Café”.
Hoy, en 2021, según el Ministerio de Agricultura, el país cuenta con 546.382 familias cafeteras en más de 840.000 hectáreas distribuidas en 604 municipios de 23 departamentos.
Al lado del renglón estrictamente económico, por todo lo que implica, las prácticas y hábitos surgidos con ocasión de las distintas actividades en torno del cultivo, se ha generado toda una “cultura” dentro de la rica multiplicidad cultural del país.
Implantar el cultivo sobre zonas de ladera, fue otra
característica destacada en Colombia, que de paso la hizo distintiva en el
mundo.
En determinadas áreas de mayor dedicación al café, las
viviendas también se hicieron de una manera particular en medio ese paisaje
rural. Con su dotación destinada a parte del proceso que se hacía en la propia
finca como el caso del área de secado, horno o de almacenamiento, entre los más comunes.
Casas en las que priman elementos como la madera, preferentemente teja de barro
y los infaltables balcones o “corredores” de barandas también en madera con
vista al sembrado y plenos de flores y vivos colores.
En la lista de Patrimonio Mundial
El Comité de Patrimonio Mundial de la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco, inscribe el
Paisaje Cultural Cafetero de Colombia en la lista de Patrimonio Mundial el 25
de junio de 2011.
Del criterio V de la declaratoria Unesco, se lee:
“El
Paisaje Cultural Cafetero de Colombia es un ejemplo destacado de un paisaje
cultural centenario, sustentable y productivo, en el cual el esfuerzo colectivo
de varias generaciones de familias campesinas forjó excepcionales instituciones
sociales, culturales productivas, generando, al mismo tiempo, prácticas innovadoras en el manejo de
los recursos naturales bajo un paisaje de condiciones extraordinariamente
difíciles.
“La
finca cafetera típica en el PCCC se encuentra ubicada en un arduo paisaje de
empinadas montañas en donde se articulan la forma y diseño del paisaje
cafetero, su tipología arquitectónica y el estilo de vida de sus comunidades.
Ellos lograron crear identidad cultural sin paralelo en donde el aspecto
institucional relacionado con el PCCC no tiene igual en ningún otro sitio
cafetero del mundo.”
La “modalidad” de esta declaratoria de la Unesco,
relativamente reciente frente a las tradicionales, tiene de novedoso el hecho de combinar o de articular
en una sola nominación, lo arquitectónico, lo social y lo netamente cultural,
con lo ambiental.
Más allá de una edificación, de un conjunto de ellas, o
incluso de un “poblado”, se abarca explícitamente el entorno natural, el “paisaje”. Con mucha lógica, además. Porque si la finalidad de dichas declaratorias
es velar por su sostenibilidad, lo primero que habrá de conservarse será
precisamente el territorio en donde sucede ese hecho cultural.
El Paisaje Cultural Cafetero de Colombia, como lo asumió
la Unesco, incluye en el “área principal”, municipios de cuatro departamentos:
Caldas (159 veredas), Quindío (70 veredas), Risaralda (108 veredas) y Valle del
Cauca (74 veredas).
En el “área de amortiguamiento”: Caldas (165 veredas),
Quindío (58 veredas), Risaralda (133 veredas), Valle del Cauca (91 veredas).
Todas las declaratorias, tanto de reserva o parque
natural, y más las de índole cultural, tienen como fin prioritario hacer que
estas sean sustentables en el tiempo y en el espacio. Así las de orden mundial,
provenientes directamente de la Unesco, que actúa como ente rector, como en
cada país aquellas que se emiten en su correspondiente “ámbito nacional”.
El Yipao
Es así como entra a figurar el turismo, una de las
maneras de hacer “sustentable” cada uno de los hechos o bienes con alguna
declaratoria de patrimonio cultural. Se
dan a conocer mediante una dinámica interna creativa que los visibiliza, les da
valor y los afianza como parte de la identidad colectiva del grupo humano donde
surgen.
En el caso del PCCC, proclamado por la Unesco en 2011, su proyección exitosa surge de los propios caficultores, identificando y asumiendo los distintos elementos que lo componen. Por su parte, en el año 2020 el Congreso de Colombia emitió la Ley 2057 “Por la cual se declara al Yipao y a la cultura yipera como Patrimonio Cultural integrante del Paisaje Cultural Cafetero”.
“Artículo 3. Exaltación. La República de Colombia reconoce
la importancia y los aportes sociales, culturales y económicos que el Yipao ha
representado para la cultura cafetera colombiana...”
“Artículo 5. El Gobierno Nacional a través del Ministerio
de Cultura y el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, crearán y
formularán las estrategias y políticas que permitan proteger, catalogar,
coleccionar y mantener en uso comercial el Yipao, con fines de promoción
cultural y turística.”
Imágenes: Federación Nacional de Cafeteros, Paisaje Cultural Cafetero.
Texto: Fernando Díaz Gómez, 2021